De dioses y otras yerbas.
Cuando el hombre primigenio encontraba cosas que escapaban a su comprensión, le otorgaba las facultades de controlar esos eventos a seres superiores, algunas veces llamados Dioses, otras deidades, en una organizada escala jerárquica, con costumbres en muchos casos muy pero muy humanas.
En la época de la tecnología los dioses aun existen, quizás como refugio psicológico, quizás como entes espirituales reales, lo cierto es que de alguna manera en cada uno de nosotros, mas bien para cada uno de nosotros existe un dios, con minúscula o con mayúscula, pero dios al fin.
Musulmanes, lamas, hindúes, católicos, umbandas, lo que sea, los dioses pueden ser netamente espirituales, con líneas de conducta, preceptos y mandamientos para sus seguidores, o pueden ser cosas materiales, con sus contrapartes dogmáticas también, el dinero, la fama, el poder, pueden ser dioses materiales con un nutrido grupo de seguidores.
En el culto a la belleza, la riqueza espiritual ni siquiera es considerada, sus templos son los gimnasios, las estéticas, los quirófanos, sus penitencias, el continuo entrenamiento físico, la privación del sentido del gusto en los alimentos, el sacrificio en pos de una efímera meta. El culto al dinero, con sus proclamas individualistas y muchas veces caníbales, sus hábitos son los trajes de marca, los accesorios que muestran a los heresiarcas la pertenencia a esa religión, sus sacrificios, la familia, las querencias, la duda de la real amistad. El culto al poder, muchas veces de la mano del culto al dinero, su templo es el sillón de presidente, de un país, una empresa, un club, una banca como concejal, sus ritos, la mentira, el convencer a las masas de la importancia de sus deseos, cuando lo que vale es la posición a escalar, usando esas masas como trampolín, en otros casos los ritos pasan por los grados y post grados, o el simple ingenio, lo cierto que el objetivo es uno solo mas allá de el escenario y los medios. El culto a las armas, dioses metálicos que dan, también, la sensación de poder, las armas y el dinero, pueden ser a veces vehículos, a veces deidades en si mismos. Para otros el culto a la inteligencia esta mimetizado con el culto al poder, e involucra en su práctica tanto al dinero como a las armas, con el objetivo de obtener poder, dice Peter Drucker que quien posee la inteligencia, tiene el poder, por que puede manipular el dinero y comprar las armas, seria en una escala de divinidades, la entidad superior.
La fe, los espíritus, las vidas pasadas, por su intangibilidad implican un acto volitivo en su creencia, pero los hechos de la vida, muchas veces muestran que la fe, en cualquiera de sus formas, suele estar fundamentada, pares de vida, con posibles existencias anteriores que justifiquen su similitud, el vuelo del alma, la paz interior, el sutil andar por la vida de las almas con conocimiento de su existencia espiritual, esto ni siquiera es una punta, ni siquiera alcanza a ser una reflexión, por la cantidad de conceptos que quedan sin tocar y desarrollar, pero quizás sirva como pequeñísimo detonante, para la reflexión interior de cada uno sobre su propia fe, sobre sus propios dioses. Amén.
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