Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

martes, 15 de agosto de 2006

Sólo Yo?

A los veinte años, mis veinte años claro esta, mi único objetivo era la independencia domiciliaria, la idea de vivir solo era atrapante, buscada, una utopía no tan utópica. Fantasías de fiestas sin control maratónicas noche se sexo desenfrenado o románticas veladas de mimos y pasión, el silencio elegido hasta que la propia decisión pacta por romperlo, acompañarlo por música o voces amistosas, queridas, quizás deseadas, pero en los tiempos que nosotros mismos administrábamos, amos y señores del soñado lugar.

Uno conseguía un trabajo, que cohabitaba con el estudio de la profesión elegida, intercambiaba opiniones, absorbía ávido la experiencia del privilegiado estudiante del interior, que superado como ser humano, nos hablaba de la emocionante vivencia del vivir solo, claro, que detalle mas detalle menos solía omitir que compartía su soledad con seis vecinos de cuidad que estudiaban carreras disímiles y vivían amontonados en un minúsculo monoambiente de ecosistema cuasi surrealista, mejor que eso, inhabitable. Imaginen seis seres humanos, hombres para mas dato, conviviendo en sendas camas cuchetas, con libros ropas y cosas incatalogables por todo el reducido espacio, utensilios de cocina en diferentes estados de deterioro y acumulación de estratos alimentarios que un geólogo o quizás un arqueólogo estaría en condiciones de datar, ropa tendida, apenas la necesaria, el resto en diferentes bollos de alocado diseño, marco típico del estudiantado de mi ciudad en los ochenta, compartí momentos con estos héroes de la educación. Claro, estaban los privilegiados, aquellos con progenitores acomodados económicamente, capaces de poner las instalaciones de un departamento completo a disposición del futuro profesional que con tanto cariño han criado, esos si la pasaban bien, también compartí momentos de ese tipo y ese era el perfil al que mas aspiraba por aquellos tiempos. Esa eran las concretas soledades, o expectativas de ella, que se vivía a los veinte años hace veinte años en una capital de provincia en Argentina.

A pesar de ser reiterativo en la mención, hoy, han pasado veinte años de aquellos sueños de soledad, y es ahora cuando vivo con intensidad esa utopía de mi juventud, convertida en la realidad de mi madurez, mas allá de las circunstancias mediante las que llegue a este estilo de vida, no pude resistir la comparación entre mis alocadas ideas hace una generación atrás con mi realidad. El paisaje surrealista del departamento de un hombre solo de cuarenta años no siempre se encuentra, mas por la disciplina de no generar las condiciones que lleven a ese estado, que por el mantenimiento dedicado en si mismo al lugar (gracias Fermina que por una módica suma es capaz de ordenar lo imposible y limpiar aquello que se resiste abnegadamente a mi buena voluntad domestica). Uno aun sueña con esas alocadas maratones sexuales, que la realidad, muchas veces ha transformado mas que en una maratón en un humilde test de Cooper, eso si, pleno de experiencia. Esa soledad tantas veces ansiada se hace palpable cuando ese superado varón cuarentón se enferma y se da cuenta que nadie saldrá a comprar un medicamento, mas que el mismo, mas allá de fiebres, toses y derivados, mas que nada por el orgullo de la autosuficiencia que por la verdadera necesidad, benditos sean los celulares, los amigos/as y el delivery de la farmacia.

La compañía de mi propia música, el tiempo dedicado a la lectura o a escribir, al continuo estudio de una profesión que no permite quedarse un día retrasado mas allá de su cotidiano ejercicio, la administración de los tiempos, no dejan de ser en cierta manera ventajas que pueden llegar a cederse en la convivencia sin contar con la milagrosa cura del ronquido, desde que vivo solo he dejado de roncar, o al menos no hay quien me diga que lo hago.

Vivo solo, si, me encanta, si, una mirada con un poquito de humor de mi propia realidad, con exageraciones y autocrítica, lo cierto, que la soledad elegida no es mala, sirve para reflexionar para madurar, para sobrellevar las crisis de los cuarenta, como me han dicho que estoy viviendo je, como sea, alzo la copa por todos los hombres que como yo, llegamos a diario a un lugar donde nadie nos espera, que los que se sientan capaces, no lamenten esta situación, si no que busquen el lugar de reflexión que la vida les permite tener, aun resta mucha vida por delante, para construir hogares mas numerosos que el que forma uno mismo y, en mi caso, una serie de plantas suicidas que se niegan a crecer. Salud.

2 Perplejos:

Anónimo dijo...
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