Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Calamares en su tinta

Pongamos en antecedentes a aquellos lectores que viven en otras tierras distintas a la mía, Argentina. En este sureño país solemos o solíamos decir, ante una situación que implicara algún tipo de papelón, situación vergonzosa, generalmente publica, “se cocinó”.

Calores aparte y sin ánimos de gourmet, esta metafórica comparación, la de los calamares en su tinta, claro esta, se me ocurrió mientras hacia un, no muy breve, racconto de aquellas situaciones en las que literalmente sentí que me cocinaba. Sin entrar en detalles, sorprende ver que a pesar del tiempo y la voluntad algunas cosas aun incomodan, si no duelen, iremos al punto.

Todos somos en cierta forma sendos calamares, que con mayor o menor frecuencia, solemos cocinarnos, no muy alegremente, en nuestra tinta, siendo esta ultima las acciones que desencadenan la sensación de vergüenza. De mi propia evaluación trate de hallar una causa medianamente sólida, una buena razón para haber generado situaciones que me hicieran sentir tan mal, por mi propia causa, en variadas oportunidades, por cierto no encontré.

Quizás la innata estupidez que portamos como anatema todos y cada uno de nosotros, también en mayor o menor grado, sea la única explicación cierta y todos estemos atados a ella. En algún momento por erróneas decisiones, optaremos por caminos que, si bien a conciencia, sabremos que no son los más felices, serán los elegidos, desde luego será una forma muy efectiva de encender la hornalla de nuestro propio guiso.

Piensen ustedes en sus propias situaciones autoculinarias, verán que encuentran varios momentos de extremo calor publico en diferentes etapas de la vida.

Habiendo analizado mi propia memoria, quisiera decir con conciencia y por que no, suficiencia, que no volveré a pasar por esas situaciones, de hecho hoy me siento capaz de hacerlo, pero solo el transcurso del tiempo me mostrara si me equivoco o no, si fui capaz de aprender de mis errores.

Todos nosotros somos prisioneros de nuestras acciones, como gestores de ellas, quizás momentos extremos nos hagan decidir erróneamente. No tiene sentido describir las innumerables circunstancias que nos podrían llevar a eso, son por todos conocidas o vividas, solo espero que, quizás después de una breve retrospectiva, seamos capaces de minimizar aquellos momentos en los que llegamos a sentirnos muy mal y hasta podemos llegar a lastimar a un tercero. Mucho podemos llegar a perder.

Dejemos de lado los condimentos y hagamos fuerza para no ser el plato del día, “Calamares en su tinta”.

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