Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

jueves, 11 de enero de 2007

Babel.

No hay que ser un gran viajero para notar las consecuencias de la bíblica Torre de Babel, solo es necesario ser observador y ni siquiera demasiado profundo. No es necesario entrar a un supermercado chino para encontrar una notoria incomprensión idiomática, sobre todo si de precios o cambios se trata. Si miramos alrededor, prestamos atención a nuestros compañeros de trabajo, familiares, algo mas lejano, políticos, o lo que se les ocurra, con la única condición que hablen nuestro mismo idioma, veremos lo que humildemente denomino, el “Efecto Babel”.

Es simple, estar entre gente que habla nuestro mismo idioma y jamás llegar a entenderse, creo que mas que un Babel lingüístico seria en todo caso ideológico o meramente la nula intención de escuchar, no solo oír, lo que el otro dice. Como verán es una sencilla reflexión, ni me he despeinado haciéndola, pero tan cotidiana y real, que es justamente por eso que no nos damos cuenta.

Discusiones familiares simples que han terminado en divorcios, amistades rotas, negocios perdidos, un innumerable catalogo de situaciones, cotidianas y no tanto, que terminan dejando un vacío o un profundo dolor, clara muestra del “Efecto Babel”. Muchas veces nuestro propio egoísmo es el causante de esa sordera selectiva, capaz de desoír razones y contenidos en pos de mantener una seudo convicción que puede estar fatalmente errada, si solo asumiéramos con humildad el hecho que podemos equivocarnos y perdiéramos unos minutos analizando lo que se nos intenta trasmitir, quizás lo único perdido serian esos minutos, aunque en realidad no, se ganarían en no perder algo mucho mas importante.

Mis amigos, permítanse ese momento de grandeza y solo consideren, ante una discusión, que pueden estar equivocados, no resuelvan en forma visceral, consideren el nuevo ángulo que alguien se esfuerza en transmitirles, así, cuando hayan decidido, sentirán la satisfacción de saber que han dejado que nuevos conceptos intervinieran en la balanza de la decisión, y sea cual fuere el resultado, habrá sido a conciencia, y en todo caso no cargaran en la ella el peso de la obstinación egoísta. Vale la pena pensarlo, ¿no?

1 Perplejos:

Sandra Perez dijo...
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