La adivinanza de la Esfinge.
¿Alguno escucho alguna vez la adivinanza que la esfinge le hizo a Edipo?, bien, era algo así “-¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro patas, dos al mediodía y tres por la noche, y es más débil cuando más patas tiene?” Edipo ni corto ni perezoso entendió enseguida, eso que no había libros con problemas de pensamiento lateral por entonces, bien, lo cierto es que la esfinge, como el susodicho le adivino el enigma, se arrojo desde lo alto del peñasco en el que estaba y se mato, cosa que los naturalistas aun lamentan.
Edipo le dio una respuesta muy sensata por aquella época,
La primera etapa la dejaremos intacta, aunque los chicos no gateen tanto si no que se desplacen con sus autitos plásticos con una manija para que los padres los empujen, conservando algo de su cintura intacta, el niño y el adolescente ya se desplazan sobre dos piernas, hasta que comienza la vida adulta.
Hablemos del común de los mortales, esos de 14 horas de oficina, o que recorren las calles buscando papel y cartón con que sobrevivir, o aquellos trepados a alturas de miedo colocando ladrillo sobre ladrillo, el hombre que carece de fortuna, ni mas ni menos. Cuando el hombre común, llega a la adultez y comienza la diaria lucha a brazo partido por la subsistencia, puede tener un cierto éxito y proseguir sobre dos piernas hasta su senectud o bien puede involucionar en la escala zoológica de nuestra metáfora y convertirse en algo parecido a una tortuga, cuando agobiado por el cansancio y las cargas anímicas de las obligaciones prácticamente se arrastra.
No hay recetas para eso, no hay demasiadas recetas para el éxito, depende de muchísimos factores externos, y a veces poco manejables, pero mas allá de la situación individual, no cabe mas que hacer nuestro mejor esfuerzo para que día a día nos enderecemos mas en nuestra metafórica mutación animal, cada uno podrá tener su método, o no, pero mientras haya una brizna de esperanza, de alguna manera, trabajando para ello, encontraremos la manera de caminar erguidos sobre nuestras dos piernas.
Si flaqueamos, si dejamos de intentar sostenernos erguidos, la ultima etapa de la metáfora quizás no nos encuentre sobre tres piernas, es posible que simplemente no nos encuentre, así que, mis amigos, dependiendo en que etapa y dentro de que contexto de esta mutación imaginaria se encuentren, no bajen los brazos por mucho que eso cueste, al cabo, luchar para crecer es una de las mejores formas de sentirse vivo.

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