Apóstoles o profesionales.
Una noche en un café, cerveza mediante, conocí a una psicóloga; después de las presentaciones de rigor, de hablar del mutuo humor, ella me pregunta, casi a boca de jarro.
- ¿No te incomoda o asusta hablar conmigo?
- ¿Debería?, ¿acaso sos una asesina serial o algo así?- le respondí.
- No, es que a algunas personas les incomoda hablar conmigo por mi profesión- me aclara sonriendo.
- Vamos a tomar una cerveza y hablar, ¿o acaso trabajas las 24 horas?
- No – me dijo risueña- solo que a veces quienes no son amigos de siempre se sienten intimidados- me aclara.
Hay ciertas profesiones paradigmáticas que por su relevancia, ante el resto de las personas, hacen que quienes las hayan elegido, transiten por la vida no profesional como si estuvieran haciendo un apostolado. En el ejemplo que he contado, esta nueva amiga me decía que las personas que recién conocía se desenvolvían con extrema timidez y cuidado, la más de las veces, como si ella fuera capaz, mejor dicho, como si ella fuera a intentar desnudar sus secretos mentales mejor guardados, nadie en su sano juicio trabaja el día entero, menos aun en reuniones sociales.
Tengo amigos y compañeros médicos, que aprendieron a sobrellevar las llamadas “consultas de pasillo”, las producidas en reuniones sociales, en medio de una montaña en vacaciones, o en los lugares mas insólitos, siempre les terminan preguntando que puede ser ese misterioso dolorcito que tienen por ahí. Imposible diagnosticar, sin la revisación clínica correspondiente o quizás algunos análisis, pero a pesar de aclararlo, los interlocutores preguntones no siempre parecen entender, hasta los hay que se ofuscan.
Sorprendentemente también me pasa a mi, encontrar un viejo conocido en la calle, hablar de los viejos tiempos y enterados de mi profesión, analista de sistemas, sueltan una consulta, sobre un problema que tiene la computadora del hijo, el cual no tienen muy en claro, menos aun las características de la susodicha maquina y claro esta desean que les diga la solución, de manera mágica y que lo puedan transmitir ellos a su prole, a eso súmenle mi mente desconectada de lo laboral y apagándose cuando me consultan, y bueno, también son consultas de pasillo, que , como casi siempre no llevan a ningún lado.
Los pobre abogados, cuantos divorcios se han resuelto en la cola de la panadería, mientras elijen la baguette que mas les apetece, escuchan con resignación la diatriba de una vecina, sobre lo mal que esta manejando, su propio abogado, el litigio por alimentos que sostiene con el mal nacido de su ex marido, con el que ella alguna vez se caso perdidamente enamorada, claro.
El mecánico automotriz, que mientras espera la salida de su hijo de la escuela, atiende las consultas sobre los diferentes matices, de ruidos anormales, que hace el automóvil del padre de un compañerito de su vástago.
Apostolado, eso es lo que, tanto estas como las que he omitido, son en realidad algunas profesiones, con la mano en el corazón, ¿alguna vez han sido capaces de resistir el realizar alguna de estas consultas de pasillo?,

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