La Mochila.
Cuando empezaba el jardín de infantes, parte de mi equipo consistía en una bolsita de tela, muy sencilla, donde guardaba una serie de utensillos para la merienda, mas adelante, mas crecido, ya estudiando en la primaria, la bolsita dio lugar a un pequeño portafolio donde llevaba mis cuadernos, libros y lápices, en la secundaria ese portafolio fue reemplazado por una mochila que cumplía las mismas funciones que sus predecesores solo que de manera ampliada, los estudios superiores me encontraron a veces con una mochila mas grande o con un viejo maletín, como factor común estaban siempre llenos y pesados, ahora, en mi vida profesional utilizo un maletín también, mas pesado, con herramientas propias de mi profesión y algo de documentación.
Bien, a donde apunto pensaran ustedes, digamos que hoy me desperté algo metamorfoseado, ¿cuerpo de león y cabeza humana?, no pretendo tanto, solo que me puse a pensar en las responsabilidades crecientes que van de la mano con la edad y me acorde de la adivinanza que la Esfinge le hizo a Edipo así que desarrolle mi propia metáfora de la vida, ya que no soy bueno planteando adivinanzas.
Cada etapa de mi vida me encontró cargando alguna forma de elemento para guardar cosas, sea la bolsa de tela o un sofisticado y compartimentalizado maletín, de manera paralela fueron creciendo mis responsabilidades y obligaciones, así que no pude dejar de asociar ambas cosas. La sabiduría popular habla de una pesada mochila, esa capaz de doblar la espalda, cuando se refiere al peso que las responsabilidades, obligaciones y problemas ejercen sobre nuestra mente y ánimo. Quizás por eso, por la relación obvia, me acorde de la adivinanza y me nació mi propia imagen.
Quisiera tener la sabiduría para indicar la forma de restarle peso a esa mochila, pero a duras penas puedo liar con la mía, solo he logrado convivir con ella, ojo, convivir no resignarme, son cosas totalmente diferentes. Si tomamos algo de ese contenido y nos ocupamos de el, despacio podremos ir alivianando ese peso agobiante, no hay formulas mágicas para eso, depende de cada uno, del peso de su propia mochila y la fortaleza de la espalda que la sostiene.
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