El humor en los tiempos de la cólera.

Cuanto hace que no tomo prestado el producto de la imaginación de otras personas, ya iba siendo hora. Bueno, a ver, como empezamos. Si nos dedicamos a caminar por la calle, y nos tomamos un segundo para mirar alrededor, ¿donde leí esto antes?, me estoy volviendo auto referencial, veremos que las caras de quienes nos rodean, no están precisamente coronadas de sendas sonrisas, ni siquiera, la mas de las veces de humildes sonrisas. Claro, hay que ser bien macho en esta época para ser capaz de lucir una sonrisa que en si misma nos haría notoriamente diferentes a la mayoría de la gente que circula en derredor.

Convengamos que la globalización ha contribuido a unificar ciertos aspectos de la vida moderna, entre ellos la cara de nada, la de tristeza o la de franca desesperación. Bueno ya se que soy un poco extremista, pero es que de verdad me paso bastante tiempo mirando alrededor las veces que camino por la calle y algo así he notado. Hay gente demasiado transparente a la hora de sufrir, no tan estoicamente, el peso de las deudas, las responsabilidades y demás menudencias cotidianas.

A veces pienso que las circunstancias les ponen ganas al hecho de hacernos sentir miserables, por un lado, mientras que hay gente que se regodea sintiéndose de esa manera, algo así como un síndrome de mártir pero sin implicancias religiosas, mas bien de índole psicológica. No me digan que no hay al menos un compañero de trabajo que se pase el día suspirando por el “sufrimiento” al que se ve sometido por no poder cambiar el auto, mientras uno piensa que la colegiatura de los quintillizos vence en unos días y no nos quedan riñones para vender.

La gente se siente a veces sobrepasada por las circunstancias y su capacidad de adaptación esta evidentemente menguada a los efectos de sobrellevar la rutina, preguntarle la hora o una dirección a un transeúnte en la calle es exponerse a una mirada amonestadora y a una respuesta carente del mas mínimo resquicio de amabilidad, algo ha pasado, las personas parecieran vivir en un cuasi continuo estado de enojo y ciertamente, muchos de ellos, tienen razón al sentirse así.

Creo que para que las cosas vayan tomando un color mas alegre, diferente, hace falta un numero importante de circunstancias coadyuvantes, algo que no siempre se puede, quizás sea el momento de testear el valor personal y pararse erguido ante las circunstancias a pesar del cansancio, claro, desde las palabras es sencillo, hasta estimulante, pero la realidad es algo menos utópico, en la realidad, el encontrar un equilibrio, de verdad cuesta, pero ciertamente vale la pena.