El rol de hijo.

Ninguna persona puede escapar al concepto de rol, mas que al concepto, al hecho de estar constantemente desempeñando uno, seremos, hijos, padres, tíos, padrinos, subordinados, gerentes, maestros, alumnos, pacientes, etc., inevitablemente deberemos desempeñar un rol, con mayor o menor éxito, en cada uno de los momentos de nuestra vida, aun cuando en el descanso, creamos que nos hemos liberado del “titulo nobililiario” correspondiente que implica el juego de los roles de la vida real, en cada momento de todos los momentos.

En mi vida hay algunos roles pendientes de ser llevados a cabo, pero también hay alguno que preferiría no haber asumido, sensación que no dudo que todos en algún momento de ella hemos sentido, estamos sintiendo o llegaremos a sentir.

Quisiera creer que he ejercido mi rol de hijo de una manera digna, que he cumplido algunos de los objetivos, no escritos, planteados en el momento de asumirlo, soy conciente que solo me he empeñado en aplicarle algo de esfuerzo recién en mi madurez, pero creo que eso es algo inherente al este rol en si mismo.

A lo largo de mi vida, y en el rol de hombre adulto he desempeñado algunas actividades que gravitaron, algunas veces, con otros de los roles que a veces y sin posibilidad de evitarlo, ejercemos simultáneamente.

Soy Analista de Sistemas de Información, pero antes de encarar esta profesión estudie, por varios años, la carrera de Bioquímica, alguna vez como estudiante, realice prácticas clínicas en un hospital de niños, las tareas aprendidas, junto a los conocimientos que iba adquiriendo me permitieron, por un tiempo, trabajar como técnico en esa actividad. Haciendo ese trabajo, en una clínica de la ciudad donde vivía hace doce años, me alcanzo el cáncer de pulmón de mi madre.

Con un pie fuera del avión que me devolvió de unas vacaciones en Europa, de una manera dolorosa, tras una fractura patológica de cabeza de femur, se llegaba a un diagnostico de cáncer de pulmón en una mujer de 52 años. Alguien, en ese pequeño conclave de batas blancas llevado a cabo en el office de una clínica, mientras todos comentaban el diagnostico y sopesaban el pronóstico, recordó tardíamente que, una de esas batas presentes, era el hijo de la paciente, el cual ya tenia en la cabeza la concreta magnitud de lo que, el presente, le estaba deparando a su familia de tres; el final de una oscura sospecha que tenia anidada en el plexo solar.

Fue entonces cuando de manera mas intensa mi rol profesional se cruzo varias veces con mi rol de hijo, alguna vez hice los análisis correspondientes al estado post quirúrgico de quien me dio a luz, alguna vez hice, por indicación medica, tratamientos específicos de terapia de dolor para que no se desdibujara la sonrisa que no dejará nunca de estar presente en mi, alguna vez deje la indicación de no reanimación en caso de que se diera una situación que jamás hubiera querido y alguna vez sentí, en los dedos indice y anular de mi mano derecha, después de contemplar el ultimo suspiro de quien me dio el ser, el ultimo latido de su corazón.

A veces el juego de los roles a los que la vida nos somete es un poco perverso, pero así son las reglas no escritas de este escenario inmenso que es la vida misma.