Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

martes, 8 de enero de 2008

Canícula.


La piel caucásica no es ideal para las largas exposiciones al sol, no soy racista, más bien soy envidioso de quienes portan dosis elevadas de melanina en la piel, que los protege de un astro particularmente entusiasta en el cumplimiento de sus funciones. La gotas de sudor, de indefinible nacimiento, recorren mi rostro provenientes de diferentes direcciones, algo ciertamente incomodo cuando se meten en los ojos, la caminata se hace pesada, algún tipo de mecanismo mental hace que el destino se vea cada vez mas lejos en lugar de lo contrario.

El paraje yermo recuerda las pesadillas oníricas mas despiadadas, de desiertos infames y sin horizontes, paisajes dignos de la imaginación y la pluma de Lovecraft, ahora, en mi caso, estoy bien despierto, solo que no se por cuanto tiempo mas, la sed agarrota mi cerebro velando mi pensamiento racional, un pájaro muerto, seco como un cartón, me despabila un poco, no quisiera terminar así, si tan solo fuera capaz de ver la mañana como algo bello y no como el preludio del infierno en la tierra.

El ancestral instinto de supervivencia realiza cierto tipo de magia para preservar la cordura en momentos extremos como estos, con la naturaleza en plenitud en una actitud de cuasi exterminio de los seres que la han desafiado. Desiertos, definitivamente no son lugares para que habite el hombre, ni las grandes extensiones de arena del África, ni siquiera la pequeña aridez que me rodea y a la vez me hace sentir que se lleva mi vida en cada aliento.

Es increíble como el sufrimiento, como la abstinencia de básicas necesidades nos generan una profunda sensación de soledad, de aislamiento. El calor que irradia el castigado suelo aunado a la omnipresencia de un sol en su esplendor, hace que mi piel entera arda enrojecida, imágenes de Juana de Arco en la hoguera se me cruzan mientras acomodo mis escasas prendas tratando de protegerme, sin dejar de esforzarme por sostener un paso firme, como si de esa manera escapara a un escenario propio de alguno de los círculos del infierno del Dante.

Libero mi mente en el tramo final de esa odisea, la dejo recorrer escenas de mi pasado, curiosamente, o quizás no tanto, plenas de arroyos en las sierras cordobesas, o la azul extensión de un mar sin horizonte. La realidad pega de lleno en mi cara de la misma manera que el sol; veo, difuminado por los vahos formados por las corrientes de aire caliente ascendente, la silueta de mi destino; tan cerca pero tan lejos también, la sed oprimiendo mi garganta, el sudor haciendo arder mas aun la piel lastimada por la radiación, apenas unas decenas de metros, solo un poco…

La fresca oscuridad revitaliza casi de inmediato mis sentidos, detrás mío entra otro sobreviviente de la odisea.

- Buen día Daniel, ¿andas todavía a pie?

- Hola, buen día, si, aun no termine de arreglar la moto.

- Que alivio el aire acondicionado…

- Decime a mi, tuve que cruzar esa plaza del demonio, podrían plantarle al menos un arbolito, ¿no? Cada día es mas duro venir a la oficina este verano…

6 Perplejos:

Angie Sandino dijo...
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...flor deshilvanada dijo...
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Carlos dijo...
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BETTINA PERRONI dijo...
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Amorexia. dijo...
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Pat dijo...
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