Introspecciones.
Janet Rowling, es la autora de la serie de libros de autoayuda más importante que conozco. No, no estoy borracho, con los millones de dólares que obtuvo de la serie de libros de Harry Potter, quien puede decir que no se ayudó.
Hace poco me hablaron de los libros de autoayuda, y apuntamos a una metodología de vida, como elemento clave en la solución de problemas cotidianos y de los otros, quien no tuvo problemas, quien no los tiene, puede la experiencia de un tercero identificarnos tanto como para adoptar sus soluciones como las nuestras propias?, que preguntita.
Veamos, metemos la mano en la bolsita de la experiencia, revolvemos un poquito y shazannnnn, una vivencia. Cuando era chico, y hasta bien entrada mi adolescencia, no especifico por que me da vergüenza, era el típico chico blanco de las cargadas y alguna que otra piña, del resto de mis compañeros, una útil función social si lo vemos con optimismo, me cabía la tarea de evitar el estrés producto de la violencia contenida de los demás, que la descargaban sobre mi, que honor, verdad?. Claro esta que como todo ser humano, tenia, tengo aun, limites, y en algún momento de mis 15 o 16 años lo pasé, claro esta que mi natural inseguridad, no me dejaba ver mi potencial de respuesta física, así que me dedique a desarrollar, aquello que mas productivo me pareció. Me detuve a observar a mis “enemigos”, es fuerte, pero así los consideraba, y estaba decidido a defenderme, día a día aprendía de sus propias vulnerabilidades, falencias, limites, que tan esmeradamente mantenían detrás de algún que otro par de golpes.
Tantas veces leí sobre el poder de la palabra, pero el haberme hecho conciente de eso a fuerza de utilizarla, reafirmo claramente ese concepto. Ser increpado, estar esperándolo, no acusar recibo del insulto, no sentirme denostado por las palabras agresivas, era maravilloso a sabiendas de la impotencia de quien las decía al no obtener el resultado esperado, mas aun, ver incrementar su incomodidad la hacerle notar esa situación, subrayándola con sus propios defectos, llevando la situación a los limites de la tolerancia del agresor, sin pasar esa delgada y sutil línea.
No fue fácil, esa coraza de autodefensa inteligente, demando un gran esfuerzo intelectual, físico, paciencia, observación, pero con disciplina, paso a formar parte de mi propio ser, al grado de estar perfectamente integrada a mi personalidad. No se si esto le resulte útil a alguien, solo que hace unos días reviví todos estos momentos y decidí compartirlos.
No soy quien para sugerir líneas de conducta, metodologías de comportamiento ni ejercer ningún tipo de docencia en cuanto a la manera mas adecuada de ser uno mismo sin que duela demasiado, pero la intrínseca utilidad del ejercicio intelectual que a tan temprana edad me propuse, es innegable, siempre no se pierda de vista los objetivos que motivaron esa difícil tarea.
Hoy en día, la evaluación de la personalidad de mis interlocutores forma parte silenciosa de mi forma de ser, tan silenciosa que es inconciente, al menos hasta el momento de haberme puesto a recordar todo esto, el manejo humilde de esta capacidad es imprescindible, ya que el prejuicio o el error de juicio puede ser desastroso para las relaciones interpersonales.
Hoy me levante chinchudo, se nota?
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