Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

miércoles, 19 de julio de 2006

Recuento.

Tranquilos, no hablare mas de heladeras, no mas lagrimas por objetos inanimados.

Cada uno pasa durante el día, despierto una serie de horas, estas dependerán de hábitos y obligaciones, pero algo muy cierto es que las vivencias que ese lapso de tiempo pueden encerrar, muchas veces dejan huellas imborrables.

Horas sueltas de días sueltos van construyendo el carácter, fortaleciendo el espíritu o, muchas veces, quebrantándolo. Como sea la situación que nos ha tocado vivir en ese único momento de nuestras vidas, difícilmente lo podremos olvidar, cada quien, en un momento de reflexión, bien puede hacer su propio compendio de vivencias importantes, las que quizás pasen de golpe en ese ultimo segundo del ultimo aliento de la vida.

Un destello de farol de esquina, visto desde el interior de un coche de infante, recuerdo o ilusión, difícil de determinarlo, una cucharada de gaseosa, sorbos de dulzura para paliar una enfermedad, rodeada de barrotes de cuna y con un Cacho Fontana conduciendo Odol Pregunta como fondo de escena, un karting rojo, de forma revolucionaria, una bicicleta hecha a medida con mi nombre, un pomo, mascaras, un corso de barrio, un guardapolvo blanco, con un moño muy grande a lunares, chicos llorando alrededor, en el primer día del jardín, la misma escena, pero de blazer y pantalón gris, en otro escenario, primer día de primaria, escenas repetidas, iguales diariamente, durante un mes de reposo, convaleciendo de una hepatitis, los colores de las mañanas de verano en la casa de mi abuela, entre gallinas y pollitos, el verde de las verduras de la quinta, los higos maduros con promesas de sabor y boqueras.

Etapas de una vida simple pero rica, la calesita de la esquina, ansiosamente esperada por las tardes, los partidos de fútbol en el barrio, entre vecinos, siempre siendo el ultimo de los elegidos, mas bien lo contrario, por mis nulas habilidades deportivas, las horas muertas en tardes de invierno, remontando barriletes, las angustias de las notas bajas, el deseo de una adultez desconocida que nos saque de esas tristes sensaciones de impotencia, ante la obligación no cumplida y el castigo recibido, las metas infantiles propuestas para ser trasmitidas a la adultez, para nunca olvidar el ser niño, las torturas infantiles, los golpes al carácter, el miedo al dolor físico, la secundaria, la esperanza no cumplida de la perdida de la continuidad del menoscabo, el peregrinar por materias interesantes, la gracia de aprender lo elegido, la toma de conciencia, el trabajo sobre el auto respeto, la revisación médica del servicio militar, el sorteo, adentro, claro esta, jamás suerte en ninguna lotería, la mañana que al regresar de educación física, ante el movimiento de camiones militares, nos sabemos tomadores de las Islas Malvinas, los comunicados, las charlas de la suerte de una guerra que no veíamos, en los patios de la escuela, los operativos de oscurecimiento, la braza del un cigarrillo sobre el techo de mi secundaria, la derrota, los cambios, mi primera elección, la colimba, el buscar el biorritmo de un sargento, desde capital a Beccar, para servir a la patria, la escuela naval, el fénix.

Podría llenar hojas y hojas de vivencias cortas como las anteriores, pero a nadie le interesaran, solo a mi, soy producto de ellas, de mi primer beso, de brasil, de Europa, el cáncer de pulmón de mi madre, las noches en vela esperando una medicación, sintiendo en la habitación de al lado, los quedos gemidos de dolor, quedos para no molestar, el ultimo suspiro después de una espera de horas hasta que yo llegara, su pulso extinguiéndose entre mis dedos, la sabana sobre su rostro, para almacenar no esa, si no las mejores imágenes de una mujer increíble, el duelo interno, silencioso y sin llanto, una madrugada de sábado, después de hacer el amor, hablando de alfajorcitos de maicena, el llanto incontrolado, acumulado, la firmeza desmoronada por la angustia de ya no tenerla mas, un poema vulgar un domingo, la sorpresa de una mujer encontrada sin buscar, una amiga, amante, compañera, nueve años de presencia, alegrías y tristezas, aventuras, y desventuras, la puerta que se cierra, detrás el hogar compartido, la sensación de familia, angustia de nuevo, la reflexión, la calma, la vida, la mirada al frente, las nuevas esperanzas, las palabras escritas en las noches de mi actualidad.

A nadie quizás le sirva, mas que a mi, todas estas vivencias, pero a lo mejor, en un rato de paz en un día de la vida, cada uno pueda sentarse y hacer un recuento, breve, de aquellas cosas que dejaron algún tipo de huella en la piel del alma, esas arruguitas que no se estiran, por que son cicatrices de la vida, las que enseñan, las que nos hacen ser humanos, personas, únicos.

1 Perplejos:

Panflín dijo...
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