El Túnel.
“Espeleologia: Disciplina encargada del estudio de las cavernas y otras cavidades naturales, de su origen y evolución, su flora y fauna, así como de los medios y técnicas adecuadas para su exploración.”
Bueno, sin dispersarme, más que del túnel propiamente dicho quisiera hablar de la espeleológia, apuntando más finito aun, de los espeleólogos, los maté con eso, pero no de cualquiera.
Los espeleólogos son más frecuentes de hallar de lo que el vulgo supone, más de lo que ellos mismos creen. Suelen reunirse espontáneamente e irremediablemente compartirán sus experiencias. Da gusto escucharlos, todos han de ser los mejores, los mas conocedores, todos expertos. La madurez, el implacable paso del tiempo, los va haciendo conocer su realidad, que el objeto de su exploración, es poseedor de mayores misterios que los que con tanta simpleza pretenden explicar, conocer.
Cada espeleólogo suele creer que es un experto, que pocos son los secretos que el túnel, la gruta, la cueva, poseen para ellos, muchos vivirán satisfechos en esa creencia, más allá de la realidad, no siempre coherente con sus propios conceptos. Mi propia experiencia me hace comportarme con humildad, quiero creer que algo he aprendido a lo largo de mi vida, por lo que, ante las mencionadas reuniones espontáneas de espeleólogos, me abstengo de entrar en polémicas, me limito a escuchar asistiendo educadamente de a ratos, pero observo, solo observo con atención.
La espeleológia, como yo la refiero, no es una ciencia, mas bien es un arte, frente al que nos tenemos que expresar con humildad, con respeto, con la conciencia de que jamás lo sabremos todo, quizás siquiera lo suficiente.
El túnel, gruta, o cueva que he mencionado, no es más que una sencilla metáfora, al igual que la espeleológia, de la manera que la utilizo aqui, nuestro túnel seria para estas disquisiciones, el calido sexo de una mujer.
Cientos de veces he oído hablar superficialmente de la capacidad de tal o cual en el arte del amor, pero otras tantas escuche el otro lado de la campana, es así que aprendí a observar y sentir, a encarar con humildad la aventura de esa exploración, no soy, seré, ni pretendo ser el mejor, solo pretendo respetar y ser respetado, aprender a dar y permitirme recibir.
No se si me equivoque, en todo caso no cometeré el error de menospreciar la sensibilidad del dulce túnel en el que, alguna vez, encontré refugio y el resultado de esa aventura, de esa experiencia, es demasiado personal como para participarla en amateurs reuniones espeleológicas.
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