Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

miércoles, 24 de enero de 2007

El Perro del Hortelano


“Argumento

Diana, condesa de Belflor, es una joven perspicaz, impulsiva e inteligente. Está enamorada de Teodoro, su secretario, pero comprueba que éste ya está comprometido con la dama Marcela. Movida por los celos y la envidia, todo su afán se centra en separar a los dos enamorados.”

Lope de Vega no descubrió América con esta obra, a decir verdad explotó algunos de los defectos más comunes de las personas, algo de lo que he hablado otras veces de diferente manera. Una situación por demás común sobre todo cuando hablamos del fin de una pareja.

Nadie esta en condiciones de predecir la eterna felicidad entre dos personas, mas allá de la forma del inicio de una relación, el amor es a todas luces el vinculo que mantiene la cohesión entre esos individuos de características disímiles, este, muchas veces idealizado, requiere esfuerzo por parte de los mismos para que se prolongue en el tiempo, este esfuerzo no necesariamente garantiza su incorruptibilidad, su desgaste, si esto no ocurre el resto de lo que diré carece de importancia, pero cuando se llega a esta etapa final seria bueno hacer un autoanálisis de personalidad.

Una separación sin feroces controversias, amistosa y respetuosa, además de ideal, no admite mayor análisis, habida cuenta que los protagonistas, continuaran su vida con la conciencia y los papeles tranquilos. Ahora que pasa cuando una de las partes es incapaz de admitir la realidad de la situación, muchas pueden ser las formas de reaccionar, pero entre las mas comunes está la de poner palos en la rueda de la contraparte, de manera que si bien el/ella no puede disfrutar de la compañía de esa persona, no permite que otro ocupe el lugar que ha perdido o, al menos, le dejo de pertenecer.

Hay muchas maneras de sentirse completo como persona, una de ellas es estar orgulloso de nuestra propia actitud, de nuestra madurez y por cierto el egoísmo irracional, el falso orgullo herido por sentirse perdedor cuando alguien deja de sentir lo que sentía, mas allá de las razones por lo que esto acontezca, no es precisamente la manera adecuada; a ver, prefiero que alguien a quien amo me elija día a día, y a la vez recíprocamente elegirla de la misma forma, me sentiría por demás mediocre si retuviera a mi lado a alguien que ya no me ama, o le llenara de obstáculos el camino de seguir con su propia vida, un poco de orgullo verdadero me encaminaría a la nobleza de allanar el camino de lo que mas adelante será la mutua felicidad aunque por divergentes rumbos.

Perdón si últimamente me pongo reiterativo, quizás doy mas vueltas sobre un mismo tema, pero a mi alrededor es tan común la mediocridad conciente en los manotazos de ahogado de una relación, que me da vergüenza ajena, no que sea capaz de dogmatizar, iluminar o predicar, quizás simplemente me desahogue con ustedes, quien dice, capaz encuentro eco en mis pensamientos.

1 Perplejos:

Anónimo dijo...
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