Algunas ideas que se me ocurrio escribir y que, inocentemente, me deje convencer que se dejaban leer, ahora, no se si se dejan leer, pero entretiene escribirlas, a su propio riesgo, padezcanme.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Escarceos.


Los mecanismos de aprendizaje son variopintos en sus formas, los que asociaríamos a priori serian los formales, colegios, universidades, cursos, etc.; pero el mas intuitivo y clásico, aquel del que no tomamos conciencia es el de la observación, prueba y error. Este mecanismo de aprendizaje es natural e intrínseco y es el que nos acompañara a lo largo de toda nuestra vida, ¿qué aprendemos con el?, casi todo, incluso el “amor” así entre comillas.

Seguramente nos enamoraremos en nuestra infancia por primera vez, yo lo hice a los cinco años de una compañera de preescolar, la escuela nos acercara de nuevo al amor, pero siempre en un plano estrictamente platónico, bueno, casi siempre. Pero cuando entramos en esa etapa de la vida en que las hormonas rigen nuestros destinos, la adolescencia, el amor toma otro color, otras inquietudes y aparece, por que no, el deseo.

Cuando alguien nos gusta, a veces, a causa de una inmadurez emocional propia de la edad, nos sentimos enamorados, si no somos retribuidos, o si la relación se interrumpe por algo que no sea nuestra propia decisión, el mundo se derrumba, la vida se vuelve gris de repente sin que lo podamos evitar, la sensación de desasosiego es tan profunda que nos convencemos que seremos incapaces de soportarla y mucho menos salir de ella, el ser amado ocupa todos nuestros pensamientos, y su perdida o su rechazo se vuelve lacerante.

Esa sensación se repetirá, con matices y posiblemente en un degradé de fuerza a lo largo de toda nuestra adolescencia y en la primera parte de nuestra vida adulta, los años, las decepciones, el conocimiento creciente de nuestro propio ser y la experiencia que hemos acumulado, nos permitirán separar el deslumbramiento del verdadero amor. La vida no inmuniza, solo enseña, cuando el verdadero amor se asome a ella sentiremos las viejas sensaciones que “padecimos” en nuestros primeros escarceos, pero la razón generalmente podrá controlarlas al menos en cuanto a la imagen exterior aunque la marcha no deje de ir por dentro. En el amor como sentimiento se aprende y se crece, se madura y finalmente se lo reconoce, bueno, al menos se lo intenta reconocer, nadie jamás estará libre de equivocarse, pero aquellas cien veces en las que nos hemos enamorado en la adolescencia, siempre el verdadero amor, habrán servido en la madurez, si bien quizás no para un perfecto reconocimiento, para tomarlo con respeto y entusiasmo, y por sobre todo habremos aprendido a vivir cada segundo de ese mágico momento. He dicho.

3 Perplejos:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Umma1 dijo...
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