Hábitos.
Cuando estudiaba mi carrera, en una materia que se llamaba “Administración de las Organizaciones” estudiamos un fenómeno que se llama “resistencia al cambio”, jamás había prestado la debida atención, ni en los demás ni mucho menos en mi mismo.
Como Analista de Sistemas, con el tiempo pude verlo claramente al momento de tener que implementar un nuevo sistema en una organización, las protestas y el regañadientes con el que se trabajaba, los defectos inexistentes, una inercia humana difícil de entender desde afuera.
Ahora bien, ¿qué hay de la vida cotidiana?, exactamente lo mismo, claro, es que si somos honestos quien presta atención realmente a esas cosas. El abanico de situaciones donde la resistencia al cambio se haría evidente es innumerable, como innumerable es la capacidad de las personas de sufrir esa especie de síndrome, quien sabe como se defina técnicamente, la personalidad de cada uno será el artífice de padecerla o no. El arraigo en si mismo no esta mal, pero la amplitud de criterio para aceptar las nuevas situaciones, la entereza para enfrentarse exitosamente a nuevos escenarios, sean estos de la naturaleza que sean, no necesariamente será un don natural, pero como todo en la personalidad de un individuo, se puede aprender, se puede entrenar.
Hemos sido educados como nos toco en suerte, y esa educación es el pilar de nuestro comportamiento, lo que después seguimos aprendiendo, pudo haber reafirmado o cambiado esos parámetros inicialmente inculcados, y eso en definitiva, será quien dicte como nos manejemos frente a nuevas aventuras.
Si logramos tomar conciencia que por el simple hecho de que durante años hayamos hecho algo de determinada manera, hayamos tomado como santa la palabra de una persona, o hayamos visitado los mismos lugares, no significa que sea lo correcto o este bien. Si algo de inquietud se alberga aun en nuestras almas, una pizca de espíritu de aventura nos sacará de la monotonía, y nos permitirá despegarnos de cierto halo de adocenamiento que se nos va adhiriendo con el paso del tiempo, y si nuestra vida da de repente un cambio total, estaremos mejor preparados para sobrellevarlo, defendernos y por que no disfrutarlo.
Si de alguna manera se sienten identificados con algo de esto, prendan un ratito el cerebro de nuevo, verán que las cosas pierden dramatismo, cobran color y nos hacen sentir vivos, aunque para ello debamos atravesar un nuevo proceso de aprendizaje, cualquiera sea su naturaleza. Aprender es crecer, y podemos seguir creciendo, siendo mejor persona, hasta la ultima vez que cerremos los ojos, la vida no se acaba a la vuelta de la esquina, y ya que hay que vivirla, por que no hacer lo posible para disfrutarla, ¿estaré muy equivocado?.
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