El púgil.
La mañana trae los recuerdos de la jornada anterior, el solo tratar de moverse en la cama es doloroso, cada pedazo del cuerpo parece reclamar enojado el maltrato que recibió, casi no es necesario hacer memoria, si apenas pasaron unas horas de ese patético momento…
Agitado, claro ya tengo cuarenta y un años de vida y unos dieciocho de fumador, me muevo alrededor, aun no me encuentro a mi mismo, yo hice esto antes, claro, tenia dieciocho, los guantes me pesan, quien diría, unos brazos que se ven tan poderosos y sin embargo…
Las piernas me sostienen a duras penas, la forma de pararse no natural, capaz de amortiguar el embate del oponente, hace que los músculos por tanto tiempo dormidos se quejen dolorosamente, esquivo, me agacho, son muchos kilos de mas para mi desentrenada cintura, pero aun así esquivo el golpe…
Un jab, otro, un potente derechazo, la satisfecha sonrisa ante el efecto logrado, aun soy fuerte, si solo tuviera resistencia, pero apenas faltan dos minutos y medio para que termine el round…
No recordaba que la guardia misma se sintiera pesada, ambas manos cubriéndome la cara, los ojos bien abiertos mirando el bamboleo del contrincante, las piernas apenas flexionadas, los brazos intentando cubrir el cuerpo, ya no soy delgado y fibroso como antes, así que solo lo intentan…
Siento que mi derecha ya no pega como antes, aun el jab que uso para medir la distancia me cuesta sacarlo, es como si mi puño izquierdo se resistiera a alejarse, empiezo a calcular mal, me quedo corto, o se me escapa, por favor, todavía faltan dos minutos…
Ojala nadie se entere de esto, siempre me he ufanado de mi fortaleza, de mi resistencia al dolor, si Rocky puede por que no yo, que no soy un personaje, tengo toda las ganas, las fuerzas me flaquean, apenas sostengo los brazos en la guardia, me alejo, los bajo y ensayo algún golpe tratando de evitar el recibirlos, con poco éxito ya…
Medio minuto antes del final me abrazo, sosteniéndome, sabiendo que no llego a los treinta segundos que faltan, es increíble, tanto espere el momento y sin embargo derrotado de una manera tan evidente, a mi alrededor la mirada severa de mi entrenador no me recrimina, me entiende, es un amigo…
Mi primer día de entrenamiento de boxeo, en busca de mi estado físico perdido, después de mas de veinte años, como olvidarlo, si ni un round fui capaz de sostener, derrotado por una inerte bolsa de cuero, claro, la gimnasia previa, los ejercicios del entrenamiento y la perenne presencia de esos imberbes “chicos” llenos de energías, como no me iba a esforzar, no podía quedar demasiado atrás. ¿Orgulloso yo? Por favor, a quien se le ocurre.

>


22 Perplejos:
Publicar un comentario