Seducción.

… las cosas no deberían parecer lo que son, ni aun siéndolo.

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha realizado estoicamente la ceremonia del cortejo, ese metódico pavoneo sin plumas en el que el macho de la especie empeña su energía, estrategia y ciencia con el fin de conquistar a su dama. Alejandro Dolina, ese filosofo de barrio, expresa al respecto que todo lo que hace el hombre es con el fin de levantarse minas, afirmación con la que coincido plenamente.

La seducción es una de las actividades que unifica a los hombres, independientemente del estrato social, la capacidad económica, la cultura, los conocimientos; todos actuamos de la misma manera diferenciándonos únicamente en los mecanismos, que serán la mera consecuencia de los recursos intelectuales y materiales que formen parte de nuestro acervo personal. Aclaro que hablo de la seducción claramente parado en la vereda masculina, soy hombre y aunque se me conceptúe de limitado, no podría ponerme en el lugar de la mujer más allá de los aspectos puramente visibles de su propia forma de seducir.

De cachorros y quizás por instinto, admito ignorar ciertos rudimentos de la psicología como para fundamentar lo que digo mas allá de mi propia experiencia y la de mis amigos, tratamos de seducir; a medida que vamos madurando incorporamos mecanismos o métodos para hacerlo, erróneos algunos, certeros otros. No hay formulas concretas para hacerlo, independientemente que algunos “iluminados” escriban volúmenes, prediquen su sabiduría o traten de generar un mecanismo de seducción útil para el resto.

El concepto de Arte me resulta más agradable y hasta coherente asociado a esta actividad, el arte implica entre otras cosas que he mencionado, talento, mas aun si consideramos que no hay dos mujeres iguales y desde luego dos hombres iguales, ninguna “técnica” acotada seria de utilidad por cuanto el todo de cada individuo es intrínsecamente diferente. El artista, seductor, utiliza la conciencia quizás solo para decidir el objeto de su interés, lo demás debe ser natural, es ahí donde adaptara su accionar sin dejar de ser él mismo, de poco vale presentarse como una personalidad recia, si uno es sensible por naturaleza, eso seria representar un papel que, lógicamente, será insostenible en el tiempo, la seducción no es “venderse”, es mostrarse uno mismo como es, de la manera mas completa y efectiva, subrayando aquellos valores que suponemos virtuosos, prácticamente en forma involuntaria, con el fin que la dama objeto de nuestra seducción, se sienta atraída por lo que somos, sin sorpresas desagradables, o al menos minimizándolas lo mas posible, nadie es perfecto a los ojos de nadie, pero hay diferencias con las que se puede convivir.

Solo cada mujer sabe lo que espera del hombre, por lo que si alguien nos atrae al grado de comenzar a seducirla, nos cabra esperar que la personalidad que tenemos, sea la adecuada para esta dama, si no cualquier cosa que hagamos, no será mas que una mera actuación, que en un plazo no demasiado largo, desembocara en una situación que ninguna de las partes desea.

Redondeando, a mi humilde criterio no hay una formula o mecanismo único de seducción, mas allá de ser uno mismo, esto a su vez, hace que cada uno posea un paquete diferente de actitudes y acciones para lograr el mismo objetivo, ya que, simplemente, cada uno es diferente del otro.